El mentor Bruno Dureux alienta a las pymes a "ser disruptivas" para competir con los grandes
'Cómo gestionar una pyme y no morir en el intento' es el título del reciente libro del inversor, que aconseja "ser prudentes y diferentes" para superar las crisis internacionales
Desde un asiento en el sector bancario, este economista murciano de origen francés decidió un día que no quería ser solo el espectador del dinamismo del empresariado en ebullición. Quería entrar en acción, sentir el volante en los circuitos comerciales y ser parte del motor del crecimiento económico, precisamente en un momento de efervescencia innovadora en la región de Murcia. "Me gusta gestionar equipos, como en el fútbol, y ayudar a las personas a conseguir resultados. Es lo más bonito", cuenta el inversor y mentor Bruno Dureux. Su experiencia como miembro de la Asociación Española de Mentores (AMCES), presidente del Círculo de Economía, y de 'Embargos a lo Bestia', además de socio inversor en varias empresas, convierte sus consejos en todo un valor empresarial. Recomienda las 'startups' murcianas a seguir y, sobre todo, anima a "vender mejor la Región".
¿Qué pondría hoy en su tarjeta de visita, inversor, emprendedor, mentor, ejecutivo...?
Una mezcla. Sobre todo, soy gestor de proyectos porque he estado en muchos como socio, aportando mi experiencia para que las buenas ideas salgan adelante. Por eso he escrito el libro 'Cómo gestionar una pyme y no morir en el intento', porque es muy difícil pasar de ser un pequeño negocio a ser una empresa que crece, para la que tienes que buscar profesionales y delegar. Todo se complica. He invertido en proyectos de emprendedores y también estoy mentorizando a otros empresarios a través de la delegación en Murcia de la Asociación Española de Mentores. Estamos creando un grupo de mentores para ayudar a los emprendedores y empresarios.
¿Los mentores son necesarios no solo cuando la empresa atraviesa una crisis?
No solo intervenimos en momentos de dificultades ni somos un 'coach'. Aportamos nuestra experiencia al empresario, que atraviesa por diferentes fases de vértigo al ver que creces y las expectativas te vienen grandes, a la hora de buscar clientes o soluciones financieras, y en general para aportarle consejos que ayuden a centrar sus objetivos.
Los emprendedores se quejan de las dificultades de competir contra oligopolios que dominan el sector tecnológico. Esta energía con la que surge el ecosistema tecnológico en la Región padece sin embargo esa desventaja en la capacidad de invertir y en la captación de talento, ¿cómo abrirse camino siendo pequeño o mediano?
Hay que ser disruptivo e innovador. De hecho, casi toda la innovación que surge procede de las pequeñas iniciativas. A los grandes les cuesta más innovar, porque supone riesgo, por eso miran a los pequeños cuando buscan innovación. Las grandes innovaciones nacen de los pequeños porque no pueden competir con los grandes, pero buscan nuevos nichos y van a ser más valientes, más ágiles y más flexibles. Proyectos como YouTube no los crea una compañía televisiva tradicional. Son los pequeños capaces de cambiar los modelos, como ha hecho Spotify en la industria musical.
¿Pero en ese contexto de desigualdad en el mercado, los pequeños con buenas ideas están destinados a ser absorbidos?
Algunos crecen. Buscan inversores y hacen rondas de financiación para despegar. Si quieres hacer un proyecto global tienes que crecer, aunque primero tienes que probar localmente, ver si tu idea funciona en la Región y después decidir si sales al resto de España y a Europa. Hay inversores que apoyan un proyecto si les gusta, y ayudan a que salga adelante.
¿Cree que es real la frustración de los nuevos empresarios ante la dificultad de atraer capitales privados en la Región, más allá del 'family, friends & fools', porque los inversores aún están muy apegados a los sectores agrícola e inmobiliario?
Es un tema cultural. Se ve el margen más en el ladrillo, pero eso también está cambiando, aunque quizá en Murcia más despacio. Hay que entender que si tienes un patrimonio reunido a lo largo de muchos años, no inviertes la mitad en emprendedores, pero sí un 5% de tu liquidez, otro 20% en proyectos inmobiliarios y otro tanto en fondos de inversión.
En Madrid, Barcelona y Valencia están surgiendo muchas iniciativas de inversores que se agrupan para buscar buenas ideas. El que está acostumbrado a invertir en el ladrillo, tal vez no lo hará en las tecnológicas, pero es porque no se invierte en lo que no entiendes. Yo invertí con amigos en Lock Up, la 'start-up' murciana que ha creado un sistema inteligente para acceder a cualquier edificio, como un hotel, un garaje o un apartamento de alquiler, solo utilizando el móvil. Eso lo entiendo y veo la ventaja clara, pero si me dicen que invierta en bitcoins pues tal vez lo vea más complicado. Estamos también en Vegaffinity, la comunidad líder de alimentación vegetariana y vegana para hispanohablantes, con una comunidad de más de 200.000 usuarios habituales, porque hay una tendencia cada vez más acentuada a estos hábitos saludables, y son productos de calidad.
¿Hace falta un caso de éxito rotundo para atraer a los inversores a las empresas emergentes murcianas?
Sí, porque es un ámbito bastante novedoso, y los casos de éxito llevan su tiempo. Ya hay experiencias positivas, pero no tenemos aún el gran caso de éxito de Murcia que los inversores sean capaces de palparlo, que hayan visto cómo otros han invertido con buenos resultados.
¿Qué proyectos innovadores le han despertado interés en la Región?
Hay por lo menos una veintena de proyectos sumamente atractivos que ya han logrado una facturación razonable y están en la fase de pegar el estirón, como en la adolescencia empresarial. Entre ellas, asesoro junto a mi socio de Innoventures, Javier Fernández, a Elora Design, que ha creado una aplicación para identificar si los lunares son potencialmente cancerígenos mediante un sistema de Inteligencia Artificial y con un porcentaje de éxito del 95%. El equipo procede de la Universidad Politécnica de Cartagena, se encuentran en el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Cartagena (CEEIC) y les ayudamos a buscar financiación. También trabajamos con Sons of a Bit, una 'start-up' tecnológica especializada en el desarrollo de videojuegos y aplicaciones interactivas con tecnologías innovadoras, como la Realidad Aumentada.
Con otros inversores agrupados en la sociedad de inversión 2UP Seed Capital, soy socio de Neuromobile, una aplicación de neuromarketing para optimizar la gestión de los centros comerciales con Big Data. Entre otros proyectos, han llegado a un acuerdo con los comerciantes del centro de Bilbao para dinamizar la actividad comercial. Y las iniciativas son murcianas, pero a veces en la Región nos cuesta valorar lo que tenemos. Por eso es de destacar la labor del INFO, que es la institución que más claro lo tiene a la hora de ayudar a los emprendedores. Acompaña a las empresas a otros mercados y les abre la posibilidad de financiación, pero claro, falta el apoyo privado porque la inversión no puede ser siempre pública.
¿Qué opina de las empresas de la economía colaborativa, como Uber o Deliveroo?
Estoy en el Consejo Rector de la Unión de Cooperativas de la Región de Murcia, UCOMUR, y me encuentro vinculado a la economía social. Esas empresas que se denominan colaborativas al final de social tienen poco. Prefiero invertir en proyectos más disruptivos, aunque algunas son capaces de romper el mercado. Uber es una maravilla para el usuario, y es bueno que haya modelos nuevos, pero que jueguen con las mismas reglas, porque luego tenemos la situación de los taxistas o la de los falsos autónomos.
Prefiero invertir en proyectos que me diviertan y me emocionan. En Huelva he encontrado un sistema de traducción simultánea por medio de una aplicación. Voy buscando casos que resuelvan lo que llaman 'pain', los puntos de dolor reales, que resuelvan una necesidad. Prefiero invertir en una aplicación que puede salvar vidas que en una que facilita la recogida de la ropa sucia.
Dicen que para mejorar hay que aprender de los errores, ¿cuáles se encuentra con más frecuencia en los proyectos que le presentan?
El mayor error suele estar en la gestión. Puedes tener una idea buenísima, pero si no tienes a alguien con visión para ejecutar la viabilidad empresarial, no te llevará a ningún lado. En cambio, ideas no tan brillantes pero en buenas manos suelen ser un éxito. A veces pensamos que el producto es lo más importante, pero hay que bajar a la mina. Quien se cree que está sentado sobre una mina de oro, debe coger el pico y emplearse a fondo en la gestión de su proyecto.
La iniciativa empresarial Embargos a lo Bestia sí convirtió en su fuerte precisamente la estrategia de la que adolecen algunos proyectos emprendedores: una política comercial potente. ¿Cuál ha sido la clave?
Embargos a lo Bestia busca un modelo claro, que es comprar barato para vender barato. Se nutre de liquidaciones y 'stocks' de empresas que le pueden dar salida a un producto que al año siguiente se desfasa. Fue una idea de Ignacio Martínez, empresario de Alhama de Murcia, a raíz de los programas de la televisión americana. Montó una nave y vio que funcionaba bien y que podía crecer. Varios amigos entramos a apoyar la idea.
¿Cree en el olfato del inversor?
Está el inversor por olfato, que habla con el emprendedor y le transmite que el proyecto puede tener futuro, y luego está el inversor científico, que quiere ver números. Y luego está el sensato, al que un proyecto le entra por los ojos, le transmite buenas perspectivas y luego quiere ver el detalle. Los inversores también padecemos el 'síndrome de Estocolmo', cuando te dejas llevar por la emoción de un proyecto y es un error. Hay que ser un poco frío.
¿Cómo saber cuándo retirarse de un proyecto o cuándo merece un esfuerzo más, que puede ser el decisivo?
Esa es la pregunta del millón. Hay un dicho sobre que no se debe echar dinero al dinero malo. Cuando es necesario, es mejor cortar que seguir metiendo dinero. No hay verdades absolutas, porque hay proyectos que parecían abocados a la ruina y con la inversión han llegado al éxito. Pero hay que ser frío y, si no sale bien, mejor dar un paso atrás que crearse una falsa ilusión.
¿Qué fórmulas de financiación recomendaría ahora para un proyecto en ciernes?
Para pensar en formulas de financiación, tienes que demostrar cierta capacidad de generar ingresos. Las 'start-ups' tienen, por definición, mucha necesidad de inversión, pero pocos ingresos, y eso a la banca le asusta mucho. Algunas instituciones como la Empresa Nacional de Innovación (Enisa) o el INFO, que tiene líneas para emprendedores, son muy interesantes porque al principio cuesta mucho conseguir dinero.
¿Qué diagnóstico hace del panorama empresarial en la Región?
Fuera de Murcia, he oído decir que la Región es el 'Silicon Valley' español por esa gran capacidad de emprendimiento, de la que no somos conscientes aquí. El carácter murciano es emprendedor. Aún están en las fases iniciales, pero ya hay proyectos que empiezan a hacer ruido. Soy muy optimista con las nuevas generaciones, con impulso muy potente y una completa formación.
¿La Región tiene actualmente gancho de cara a los inversores?
Tenemos gancho porque hay mucho que aportar. Universidades potentes y un clima que nos favorece. Vivir en Murcia es un lujo. Probablemente han sido las comunicaciones el elemento que hasta ahora más nos ha frenado. Tenemos que ser capaces de vendernos mejor.
Me gusta la idea de mezclar gente de fuera y emprendedores murcianos para crear proyectos en la Región, porque aquí nos falla el dominio de los idiomas y siempre hay cierto recelo a salir, pero contamos con una gran capacidad de adaptación y creatividad, mientras que los europeos dominan una visión más global. Hay que facilitar que entre talento de fuera, y generar ecosistemas que integren a inversores, a especialistas, abogados, ingenieros.
¿Qué sectores ve en la Región más prometedores para el inversor?
Potenciar un sector es complicado porque el talento surge de donde menos te lo esperas, pero está claro que el sector agroalimentario, que acumula ya una larga experiencia, aporta una ventaja a cualquier proyecto que pueda generar. Apostar por las tecnologías asociadas al agroalimentario, por las industrias auxiliares y la gestión del agua es un valor seguro. No tenemos nada que envidiar a Israel, tan avanzado en este ámbito. Siempre es más fácil que fluyan los proyectos en ese mundo alrededor de este sector, pero hay que tener cuidado con no limitar las ayudas a otros sectores, porque en cualquier parte puede surgir una idea disruptiva.
La ofensiva arancelaria de Estados Unidos, la pandemia en China o el Brexit componen el tablero internacional, ¿qué prevenciones debe tomar el empresario murciano?
El comercio internacional se resiente, y la de la Región es una economía muy abierta. Son momentos difíciles y hay que ser prudentes. La clave está en ser diferentes y crear cosas de valor. Sé que es fácil de decir porque es complicado en una región que produce materias primas para la exportación, pero el empresario murciano siempre lo ha sabido hacer. Somos muy capaces de adaptarnos a la situación para avanzar.
¿No teme el efecto de onda expansiva que pueda provocar un repliegue en el impulso exportador de la Región?
Conviene ser prudentes a todos los niveles porque son momentos de incertidumbre. Hay que seguir luchando y ser prudentes. No nos encontramos ante una crisis como la de 2008, sino una ralentización que augura una reducción en los niveles de consumo.